Escribo por ti

En 2010 mi vida atravesó un momento delicado y difícil. Mi hermano estaba rodeado de circunstancias complicadas y escribir para mi supuso un salvavidas. Durante mucho tiempo la escritura pasó a formar parte de una terapia interna, como una vía de escape para trasladar a mi hermano con palabras, que podía contar conmigo. Esa etapa abrió mi pensamiento a que no hay nada seguro en esta vida y que lo importante es ser feliz con las pequeñas cosas y los momentos que nos rodean en nuestro día a día. Todo puede cambiar de un momento para otro.

A partir de ahí me di cuenta que no hay nada seguro y que lo mejor que tenemos es ser fieles a nosotros y a nuestros propios pensamientos. Vivir desde y con nuestra propia autenticidad, no se puede agradar a todo el mundo.

En mi último trabajo por cuenta ajena, una agencia de publicidad de reconocido prestigio en la que he estado más de 20 años, mi resilencia y adaptabilidad me hicieron continuar en la empresa, con la que en muchos aspectos no me sentía realmente identificada, pero no por mi desempeño en el trabajo -me encantaba lo que hacía-, sino por la forma en la que la incompetencia más evidente de algunas personas no era sino el «pegamento permanente de calentar silla» (tú ya me entiendes…). En mi caso, que soy de las que siempre pisa el barro, es evidente que me dejé llevar, la zona de confort que lleva implícita la seguridad de una nómina a final de mes, no me permitía imaginar y pensar en otras opciones.

 

Cuando era pequeña me gustaba verbalizar mis historias para que parecieran reales. Para mi escribir ha sido una forma de interactuar, reflejando sentimientos, emociones y opiniones de mi y de la vida, vivencias en definitiva.

Durante aquella etapa difícil que atravesó mi hermano, aprovechaba los momentos libres para escribir en mi blog. Escribiendo me sentía feliz, escribía todo aquello que me apetecía, me daba igual que alguien lo leyese o no, a mi me servía y para mi era suficiente.

Aquellas circunstancias difíciles que provocaron que explosionara mi verdadera pasión por la escritura, se mezclaron también con la enfermedad de mi padre, que tenía marcada ya una fecha de vencimiento y de la que finalmente falleció en 2012.

Fueron momentos muy duros, mis palabras clamaban ser gritadas, pero mis sentimientos enmudecieron, mi voz se quebró, y lejos de plasmar todo lo que pasaba por mi cabeza, se quedaron arrinconadas como en un cajón, incapaces de salir a la luz. El fallecimiento de mi padre para mi supuso un punto de inflexión en el que mi escritura se quedó en suspenso, me encontraba paralizada, mis sentimientos fluían pero yo era incapaz de ponerlos por escrito.

Cuando parecía que había superado la muerte de mi padre, mi vida volcó de nuevo. Me gustaba mi trabajo, siempre he puesto mi empeño en ser mejor profesional, a pesar de que no me sentía cómoda de cómo se hacían muchas cosas.

El momento de mi despido en 2019, sin anestesia, venía implícito con el argumento de «eres un número que ya no encaja». ¡Claro! es evidente que encajaban otros, aquellos que con pegamento calentaban su silla, lo que yo llamo productividad en pausa permanente. Son los riesgos de estar en una multinacional, eres un número más.

Hablar de esto no me entristece, al contrario, supuso una liberación. Tras haber experimentado el despido, tuve que atravesar mi momento de shock, mi etapa de aceptación y de duelo, y desintoxicarme de una larga trayectoria de profesión, y tras todo esto encontrar mi momento de superación.

Aquel jarro de agua fría me sirvió para despertar de mi letargo, para encontrarme a mi misma, a través del autoconocimiento, aplicando la continua formación y con un foco muy nítido, para conseguir vivir de mi pasión, la escritura, realizando un Máster de Copywirting, Storytelling y Redacción Digital, creando mi propia marca Ideocontenidos, y con el tiempo he podido dar forma a otra de mis pasiones, la Fotografía, así que me Certificado Profesionalmente como fotógrafa y me he creado mi otra marca PhotoRivas.

Luchar por lo que realmente quiero, vivir de la fotografía y de escribir, uniendo toda mi experiencia profesional para hacer de ello mi actual profesión. Es una auténtica catarsis. No hay nada como tener tiempo para detenerse a pensar y valorar hacer lo que realmente uno quiere, con plena consciencia de mi libertad, lo que yo llamo «bendita libertad».

Hoy sigo aprendiendo, la vida es un continuo aprendizaje.